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HAY AMORES QUE CRECEN CON LOS AÑOS

Published by viviana under on 14:05

Las historias de amor se han tejido, a través del tiempo, de acuerdo a los criterios sociales, los intereses familiares, los arrebatos y los encantamientos de dos enamorados flechados por cupido. Amparo Arboleda tuvo una infancia feliz vivió en la ciudad pero en el campo a la vez, su casa era campestre, de esas que no había que preocuparse por el aire puro, el trinar de los pájaros o el ruido de los carros, pues en el marco de la ciudad gozaban de la naturaleza y la tranquilidad.

Ella hija mayor de 8 hermanos tuvo la oportunidad de estudiar, realizó su primaria completa en la escuela Francisco Cristóbal Toro y se le permitió continuar con sus estudios secundarios “en mi época no había un bachillerato completo sino comercial de 4 años, nos enseñaban mecanografía, taquigrafía, contabilidad y de ahí salimos con posibilidades de conseguir empleo. Nunca trabajé porque mi papá era muy cuidadoso de que la mujer saliera a la calle a trabajar a él le gustaba que estudiáramos pero no que trabajáramos”


Y llegó el matrimonio

En su familia se les permitían a hombres y mujeres muchos conocimientos académicos a través la escuela, los valores morales no podían faltar, eran de esos hogares en los que rezaban el rosario juntos, la santa misa era sagrada, eso sí, poca información del amor y de la vida de pareja les compartían sus padres, lo más importante era complacer y obedecer al marido.

Amparo como era tan cohibida para salir no tenía amigas así que no estaba muy enterada de los temas sentimentales, reconoce con un gesto sorpresivo. A ella, luego de terminar con sus estudios no le quedaba más que la casa, la rutina diaria de la casa. En su cabeza estaba el casarse más o menos de 25 años y resultó casándose de 18 “Me casé joven, de 18 años, conocí a mi esposo que venía a ser un trabajador de mi papá, de un momento a otro resultamos comprometidos. En ese tiempo era tan rara la vida, no es como en este tiempo que la gente se enamora. Uno decía sí y tenía que cumplir. El me miraba, pero cosa rara que a mí no me gustaba. Cuando menos pensé le dije que me casaba”

Después de la decisión viene el aterrizaje, el matrimonio despertaba a muchas realidades a las mujeres de su época, estaban como vendadas mientras eran señoritas y de ahí en adelante llegaban no sólo los trabajos de ama de casa sino las maritales, los de esposa, incluso se sentía hasta una terrible soledad. ”Desde el día que yo me casé me pesó, yo vine aterrizar después de los 5 años de casada, porque me parecía tan horrible sentirme tan sola; Él trabajando, yo no tenía amigas, uno no sabía nada de la vida y resulta que uno se casaba por salir de la casa.”

El amor y los hijos

Las mujeres de los años 50 eran de compromisos, cuando asumían responsabilidades eran para cumplirlas, así que después de montarse al tren del matrimonio el viaje había que vivirlo. Por eso a pesar de que Amparo permanecía mucho tiempo sola, pues su esposo trabajaba en San Andrés, ella en Medellín recibía clases de educación de hijos, de drogadicción, manualidades, relaciones humanas, artesanías, flores artificiales, naturales, culinaria, castillaje y decoración de muebles para el hogar. Cuando su esposo venía a si casa la llenaba de detalles, era cariñoso y muy consagrado, así que con el tiempo se fue enamorando de él ” luego llegaron los hijos a los 9 meses y medio llegó el primero, después al año la segunda y así hasta los 31 años que terminé de tener 8 hijos” relata Amparo.

Entonces tuvo con que entretenerse mucho rato, entre el arte de criar los hijos, los cursos complementarios y su pareja con la que vivió 31 años, de sus hijos cuenta con orgullo heredó 25 nietos. “Después que uno se acostumbra al compañero es muy dura la vida cuando se muere y así tenga uno muchos hijos, se siente solo, uno añora tener su compañero hasta que nos separemos en la vez.”

La depresión y la luz, Atardeser

El vacío que deja la muerte del cónyuge, desestabiliza a las parejas y sobretodo cuando esta de por medio toda una historia de convivencia, los hijos, los nietos, los recuerdo. Es común que los adultos mayores que en su vejez pierden a la pareja con la que compartieron su juventud entren en una profunda depresión y se sientan sin norte, perdidos; pero existen centros que permiten el esparcimiento de los abuelos, les reiteran su autonomía y trabajan con ellos por potencializar sus conocimientos y dinamizar su vida. ”Yo me sentía muy deprimida después de la muerte de mi esposo y entonces me consiguieron un puesto aquí y me amaño muchísimo. En Atardeser yo aprendo pintura. Aquí en los grupos formamos una familia, hay muy buenas compañeras. Yo les digo a los Adultos Mayores que esto es los mejor porque cuando uno tiene sus hijos grandes encuentra un refugio aquí, o en cualquier hogar gerontológico encontramos refugio los adultos, amistades de la misma edad y el personal es queridísimo. Después de ocho hijos es necesario descansar entonces entré a pintura no mas para no tener tanto agite. Aparte cada 8 días me voy para una cabaña que tengo en sopretrán, allá me relajo y paso bueno solita. Mi hijo tiene su casa de campo pero cada uno en su cabaña.”

Amparo es una mujer reposada, elegante, siempre dispuesta a conversar. Con una sonrisa alegre y el bolso recostado en su pecho concluye su relato hablando sobre los cambios generacionales “En parte lo veos como bien y mal, pues en los tiempos de nosotros éramos cohibidas y quizás respetábamos al papá y a la mamá con la obediencia ahora las jóvenes hacen lo que quieren. Ellas dicen a qué horas regresa y por donde quieren irse. A nosotras no nos dejaban salir tarde porque el baile tenía muy mala fama: si uno se iba para una fiesta tenía que ser al escondido, tenía que decir mentiras para bobadas: una reunioncita, un diciembre, a oír música hasta sin saber pero el todo era que ellos estuvieran contentos. Hoy en día es mejor la confianza, que los hijos les tengan confianza a los padres para contarles sus cosas. Lo complicado es hay mucha inseguridad aunque la maldad ha existido siempre, Se ve mucha gente entregada al vicio, el alcoholismo por tanta libertad.”

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